Cuando nuestra amiga A. viene a casa, procuramos hablar catalán. A mí me cuesta a veces, pero me alegra mucho tener la oportunidad de practicarlo de nuevo. Ay, echo tanto de menos mi querida Barcelona. Allí estudié y viví desde 1994 hasta 2002, cuando me mudé a Leipzig.
A. habla también catalán con El Bili. Le canta canciones y le regala libros en catalán. «El gegant del Pi» y «Una serpent em vol pasar» ya se cuentan entre sus piezas favoritas.
Hace un par de semanas, mientras estábamos en el cambiador, me llamaron de mi antigua Universidad. Como me hablaron en catalán, contesté en catalán. Apenas un par de frases y El Bili comenzó a decir: «¡Es A.! ¡Es A.!».
Definitivamente, El Bili ya sabe catalán.