¿Y papá cómo dice?

El Bili no ha enmudecido, no teman. Seguimos riéndonos con él cada día y admirando su capacidad de aprendizaje. Con sus 3 años cumplidos en octubre, el Bili es ya muy consciente de que habla dos lenguas y distingue claramente con quién debe hablar qué. Aunque por supuesto hay interferencias y transferencias, claro. Son quizás la parte más divertida. Pero sobre eso, otro día.

Hace ya meses, el Bili comenzó a preguntar activamente por la traducción de las palabras que iba aprendiendo. Por ejemplo, si oía por primera vez una palabra en alemán, le preguntaba a su padre por el equivalente en español. Y al revés. Lo más curioso es cómo lo hacía. Pondré un ejemplo:

  • Das ist Ananas.
  • Und Mama sagt?
  • Esto se llama “piña”
  • ¿Y papá cómo dice?

Alucinante, ¿verdad?

Una persona: una lengua. ¿De verdad?

Cuando se habla de educación bilingüe, se suele aceptar generalizadamente que para que culmine con éxito se debe aplicar el principio «una persona: una lengua». Es decir, en nuestro caso, que yo debo hablar siempre español con el Bili, y su padre, alemán. Y que hay que seguir este principio a rajatabla.

A mí esto la verdad es que me creaba cierto desasoiego, porque, aunque en general soy consecuente, hay muchas ocasiones en las que me veo hablando alemán con mi peque. Por ejemplo, cuando vamos a los «Tigerkinder», nuestro grupo de juegos. Y eso que allí me dirijo al Bili muchas veces en español y nunca nadie me lo ha reprochado. Pero las canciones y los juegos comunes son en alemán, claro. También hay ocasiones en las que estoy en un entorno alemán y quiero decirle algo al niño y que los demás lo entienda, por ejemplo en el parque. En fin, que en estos casos yo me quedaba con la cosa de si no lo estaría estropeando.

Un amigo con familia bilingüe me dijo entonces que más que con la persona, los niños relacionan la lengua con determinadas situaciones y que, por lo tanto, no debería agobiarme. Siguiendo con el ejemplo anterior, el Bili entenderá entonces que mamá en general habla español, pero que en los «Tigerkinder» habla alemán.

Recientemente hemos vivido una situación que confirma esta teoría. Hasta las vacaciones de verano, tuvimos una adorable canguro española que cuidaba del Bili. Desgracidamente tuvo que regresar a su tierra y desde entonces todavía no le hemos encontrado una sustituta de verdad. Buscamos a alguien que hable en español para que el tiempo de exposición a la lengua minoritaria sea mayor y además no sólo me oiga hablar español a mí y a la yaya durante las vacaciones y las visitas. Pero hasta ahora no hemos encontrado a nadie. Esta semana tenemos dos entrevistas y espero que el asunto se resuelva pronto, pero el caso es que hasta ahora estaba cuidando del niño la señora que nos ayuda con las tareas de la casa. El Bili la conocía desde hacía tiempo y, cuando hablaba con ella, lo hacía en alemán. Sin embargo, las primeras veces que fue a recogerlo a la guardería y fue con él al parque, se empeñaba en hablarle en español. Así que está claro:

Una situación: una lengua

¿Y vosotros? ¿Cómo lo vivís? ¿Se confirma la regla también en vuestras familias?

Sintaxis

El Bili progresa adecuadamente en léxico, pero la sintaxis se nos ha atragantado. Mirad estas frasecitas:

  • Lukas viene no.
  • Manos lavar.
  • Bili quiere eso sí.
  • Aquí dejar.

Se entienden, ¿verdad? Pero son un poco raritas. Y es que son palabras en español, pero están ordenadas a la alemana. Quienes sepan alemán verán enseguida que detrás de estas combinaciones se esconden las siguientes frases en aleman:

  • Lukas kommt nicht.
  • Hände waschen.
  • Bili will das doch.
  • Hier lassen.

¿Este?

Como es normal en su edad, el Bili quiere saber continuamente el nombre de todo lo que le rodea. Cuando no sabe cómo se llama algo, te pregunta insistentemente: ¿Este? ¿Este? ¿Este?… Hasta que le dices el nombre. Pero, desde hace poco, ha empezado además a inventarse las palabras. ¿Ustedes saben lo que es esto?

funda-gafasPues un «gafasdentro» [ein Brilledrin]. ¿Cómo no se nos había ocurrido antes?

Cruces

A veces el Bili mezcla palabras de una manera muy especial. No me refiero a la mezcla de idiomas, sino a palabros que él se inventa juntando dos palabras. Ya vimos que en el reino animal él crea una nueva especie en un periquete haciendo un cruce: lo vimos con «delfante» (delfín + elefante). Ayer nos sorprendió con los «delfintes» (delfines + elefantes), que en realidad eran los tiburones de su casco para la bici. Para

fahrradhelm

desayunar, no toma «Milch», sino «Mielch» (Milch (leche) + Miel). Y sus abuelos paternos para él no viven en Cossebaude, sino en «Cochebaude», pues para ir allí siempre hay que coger el coche.

Nero

Durante bastante tiempo hemos conseguido mantener al Bili más o menos alejado del vil metal. Bien es verdad que tiene más trastos cochede los que necesita y que lo colmamos de caprichos, pero hasta hace poco todavía no había establecido la relación entre las monedas y la adquisición de bienes y servicios. Pero a base de ir a comprar con papá al super, ha ido relacionando ideas. Que ya sabemos que los críos son pequeños pero no tontos. Y la refinitiva vino ya con la última visita de la Yaya. Pues también sabemos que a las abuelas con el título de «abuela» se les entrega ese otro de «mimadora-malcriadora oficial». El caso es que antes, cuando íbamos a la galería comercial, se conformaba con subirse a los coches de monedas y hacer burrrúm-burrrrúm él solo. Ahora se sube, te mira con cara de no haber roto nunca un plato, pone la mano y dice: «nero».

Catalán

Cuando nuestra amiga A. viene a casa, procuramos hablar catalán. A mí me cuesta a veces, pero me alegra mucho tener la oportunidad de practicarlo de nuevo. Ay, echo tanto de menos mi querida Barcelona. Allí estudié y viví desde 1994 hasta 2002, cuando me mudé a Leipzig.

A. habla también cael-gegant-del-pitalán con El Bili. Le canta canciones y le regala libros en catalán. «El gegant del Pi» y «Una serpent em vol pasar» ya se cuentan entre sus piezas favoritas. 

Hace un par de semanas, mientras estábamos en el cambiador, me llamaron de mi antigua Universidad.  Como me hablaron en catalán, contesté en catalán. Apenas un par de frases y El Bili comenzó a decir: «¡Es A.! ¡Es A.!».

Definitivamente, El Bili ya sabe catalán.

Carnaval

Yo nunca he sido de disfrazarme mucho, pero parece que a El Bili le va la marcha. Ayer fue al cole de pirata y hoy de indio. Pero esta mañana se quejaba: en realidad él quería ir de bombero. Aunque luego se lo ha pensado mejor y se ha dado cuenta de que el traje no lo es todo. Aquí tienen el diálogo:

– Mama, Lukas Feuerwehrmann [bombero].
– Sí, y Bili  indio, ¿verdad?
– Mama, Lukas Feuerwehrmann [bombero].
– Sí, mi amor, Lukas va de bombero y tú  vas de indio.

Yo ahí ya empezaba a sentirme culpable por no haberle comprado un traje de bombero al chico. El Bili ha debido de captar mi inquietud porque, tras pensar brevemente, me ha dicho:

– Mama, Lukas Feuerwehrmann, Bili guapo.

¿Qué les parece? Si es que uno tiene que aprender desde bien pequeñito a saber cuáles son sus puntos fuertes. Y en eso mi chico va por el buen camino, porque, por si ustedes no lo sabían, ser bilingüe es sexy. Sí, sí, aquí lo tienen bien clarito (pinchen en la imagen para verla más grande, no tiene desperdicio):

KAPLAN_BENEFITS_INFOGRAPHIC_spanish

Infografía de Kaplan International English

Estrategias (entrada editada)

El Bili comienza a desarrollar diversas estrategias para gestionar la presencia de dos lenguas y la necesidad de comunicarse con ellas. Estas son las más relevantes. La única que me inquieta un poco es la última:

1) Uno detrás de otro:
Primero utiliza un idioma y luego el otro. Por ejemplo, estando en casa de Oma y Opa, al llegar de la calle saluda y a unos les dice Hallo! y a mí me dice ¡Hola!

2) Mitad y mitad:

– ¿Tienes pupa?
– Sí.
– ¿Dónde?
– En Kopf!

– ¡(Sal)chicha ! Lecker!

3) Negar el doblete:
baustelleEl Bili adora las excavadoras. De cualquier tipo. Conoce las dos palabras, pero pronunciar, sólo pronuncia Bagger. A pesar de ello, nunca le ha molestado que dijéramos «excavadora». Con otras palabras no pasa lo mismo. La primera vez que El Bili comenzó a negar el español fue el 18 de enero. Estábamos mirando un libro de música y al señalar el trombón, El Bili decía que no, que eso era una Posaune. No había manera de convencerle de lo contrario. Esa misma tarde, ocurrió lo mismo al pasar junto a una obra: él insistía en que era una Baustelle y la palabra «obra» parecía desconcertarlo. Recientemente ha pasado lo mismo con Robbe y foca. En «El chichón«, Meine mami me mima cuenta con mucha gracia cómo su peque hace exactamente lo mismo… con terribles consecuencias para la integridad física de la mami.

No me preocupa porque se trata de casos aislados. Generalmente va mezclando un idioma y otro y no parece tener ningún problema con ello. Pero hay palabritas que se resisten. Ya veremos si la cosa se queda ahí.