El Bili comienza a desarrollar diversas estrategias para gestionar la presencia de dos lenguas y la necesidad de comunicarse con ellas. Estas son las más relevantes. La única que me inquieta un poco es la última:
1) Uno detrás de otro:
Primero utiliza un idioma y luego el otro. Por ejemplo, estando en casa de Oma y Opa, al llegar de la calle saluda y a unos les dice Hallo! y a mí me dice ¡Hola!
2) Mitad y mitad:
– ¿Tienes pupa?
– Sí.
– ¿Dónde?
– En Kopf!– ¡(Sal)chicha ! Lecker!
3) Negar el doblete:
El Bili adora las excavadoras. De cualquier tipo. Conoce las dos palabras, pero pronunciar, sólo pronuncia Bagger. A pesar de ello, nunca le ha molestado que dijéramos «excavadora». Con otras palabras no pasa lo mismo. La primera vez que El Bili comenzó a negar el español fue el 18 de enero. Estábamos mirando un libro de música y al señalar el trombón, El Bili decía que no, que eso era una Posaune. No había manera de convencerle de lo contrario. Esa misma tarde, ocurrió lo mismo al pasar junto a una obra: él insistía en que era una Baustelle y la palabra «obra» parecía desconcertarlo. Recientemente ha pasado lo mismo con Robbe y foca. En «El chichón«, Meine mami me mima cuenta con mucha gracia cómo su peque hace exactamente lo mismo… con terribles consecuencias para la integridad física de la mami.
No me preocupa porque se trata de casos aislados. Generalmente va mezclando un idioma y otro y no parece tener ningún problema con ello. Pero hay palabritas que se resisten. Ya veremos si la cosa se queda ahí.